domingo, 19 de mayo de 2013

Capítulo 8


Las chicas esperaban la respuesta de Miriam y Virginia.

-          ¿No pensáis decir nada? – Dijo Sheila.
-          Chicas, vamos, decidlas lo que nos habéis dicho. – Dijo Dani después de una gran carcajada.
-          Nosotras con vosotras no tenemos nada que hablar. Así que por favor, dejadnos pasar. – Dijo Miriam
-          ¿Qué narices hacéis aquí? – Dijo Rebeca bloqueándolas el paso.
-          Qué nos dejéis en paz, ¡pesadas! – Dijo Virginia intentando irse.
-          Ah! Ya sé lo que las pasa, que estos cinco chicos al final las han gustado, y querían verles.
-          ¿Cómo? Perdona,  a mí los animales me gustan como mascota, no como pareja. – Dijo Miriam intentando dejarles mal.
-          Lo siento, pero a ciertos animales no nos gusta la comida rancia como vosotras. – Dijo Blas.
-          Bueno, ¿Nos vais a decir que hacéis aquí? – Dijo Diana
-          Con vosotras nada, pasábamos por aquí, les hemos visto y punto. – Dijo Virginia.
Los chicos se empezaron a reír y Álvaro dijo:
-          Bueno, dejadlas en paz, que se vayan. Son unas crías.
-          Vale, pero antes que sepáis que no queremos volver a veros. – Dijo Sheila dirigiéndose a Miriam y Virginia.
Miriam y Virginia desaparecieron de inmediato. Las chicas, seguían con la curiosidad de saber qué hacía allí. Rebeca preguntó:
-          Ya que ellas no se han atrevido a decírnoslo, ¿qué querían?
-          Amenazarnos, pero no os preocupéis. Dejadlas a su aire y que hagan lo que quieran. – Dijo Dani
-          Eso es lo mejor. - Dijo Carlos
-          Bueno, llevan razón, ¿qué planes tenemos para hoy? – Dijo Diana dejando el tema.
-          Hoy os toca elegir a vosotras el sitio. – Dijo David ganándose una sonrisa de Rebeca.
Decidieron ir a un parque que conocían ellas. Allí habían vivido muchos momentos bonitos que no dudaron en contar a los chicos. Pasaron una de las mejores tardes de su vida junto a los cinco chicos que de momento eran los únicos que las apreciaban.
Pasaban las tardes y cada día se querían más como amigos. Se olvidaron de los problemas del pasado y no se volvieron a encontrar a Virginia y Miriam.

Llegó el cumpleaños de David, y todos le prepararon una sorpresa en un SPA.  Llegaron con muchas ganas y David se quedó alucinado, tenían un SPA para ellos solos durante el día entero.
Por la mañana, disfrutaron de las piscinas dándose masajes. A la hora de comer se fueron al restaurante y acabaron tirándose la comida, como acabaron perdidos y llenos de comida, decidieron irse a las piscinas normales a pasar una buenísima tarde juntos. Como era de esperar, estuvieron de cachondeo toda la tarde.

Sheila, se salió a una tumbona y se tumbó. Blas la siguió y la dijo:
-          Sheila, ¿puedo hablar contigo un momento?
-          Claro, dime.
-          Lo primero de todo es que pase lo que pase, seguiremos juntos. Lo segundo, es que llevo varios días intentando decirte que te quiero.
-          ¿Cómo? ¿Me estás vacilando? No me gustan estas bromas Blas, lo sabes.
-          No es una broma.
-          ¿Pero cómo te voy a gustar yo? Que es imposible. Que te gusten las gemelas, vale, pero ¿yo? No me lo creo.
-          Créetelo.  Me gustas con tus virtudes y con tus defectos. Y seguramente no sientas lo mismo por mí, pero necesitaba decírtelo. – Dijo Blas levantándose para volver a la piscina.
-          No, espera, ven. – Dijo Sheila empezando a ponerse roja.
-          ¿Qué?
-          Ven, siéntate.
Blas se sentó a su lado, esperando que Sheila le dijera un simple “Sí, yo también siento lo mismo”.
Sheila se acercó poco a poco a él y le beso dulcemente. Entre besos, Sheila le susurró:
-          Te quiero, pequeño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario