viernes, 28 de junio de 2013

Capítulo 44

El verano llegó a su fin, las chicas sólo trabajaban por la mañana, así que podían verse con los chicos por las tardes. 
Los días pasaban y,  Carlos y Diana seguían con su relación, se querían mucho mutuamente y nadie ni nada podría separarlos. Álvaro habló con Sheila, no quería meterse en su relación con Blas, lo que pasó fue una tontería, ella quería a Blas y debían estar juntos.
Blas y Sheila, quedaron una tarde a solas y solucionaron las cosas, aunque Blas se enfadó por lo que pasó con Álvaro, parte de culpa la tuvo él por tratar así a Sheila, no podía decirle que eso se acababa ahí y que le olvidase, estaba enamorado de Sheila y seguiría con ella. 
Cada vez que se veían  disfrutaban de estar los ocho juntos. Una tarde, estaban en el parque dando una vuelta y se encontraron con Virginia, Miriam y Manu. Se avecinaban problemas.
- Mirad a quién tenemos por aquí, ¿son los repelentes no? - Dijo Miriam.
- Joder, tío, no sabía que los perros hablaban. - Dijo David.
- ¿A quién has llamado perra? - Preguntó Virginia buscando problemas.
- A tu amiguita, la que nos llama repelentes. Y ahora si no te importa, no quiero que me llamen loco por hablar con lagartijas asquerosas. - Respondió David con chulería.
- ¿Con qué esas tenemos no? - Dijo Manu.
- Manu, siempre que venís buscando problemas, acabáis mal vosotros no nosotros, así que por favor, déjanos en paz.- Dijo Dani
- La otra noche, parecía que Rebeca disfrutaba con mi culo.
- Ay no me lo recuerdes, que sólo de pensar que le he tocado el culo a un cerdo se me revuelve el estómago. - Dijo Rebeca.
- Oye, cambiando de tema, ¿qué te has hecho en el pelo? Pareces un pollo. - Dijo Sheila.
- ¿¡Cómo!? - Dijo Manu
- Que aprendas a teñirte, que ese amarillo pollo hace daño a la vista. - Dijo Carlos.
- No vamos a caer en vuestro juego, estamos hasta las narices de que busquéis problemas y siempre acabemos perjudicados nosotros. Este juego se acabó. - Dijo Miriam.
- ¿Encima nos echas las culpas a nosotros? ¿Pero quién te has creído que eres? Sois vosotros los que cada vez que nos véis, empezáis a insultar, estamos hartos. - Dijo Álvaro.
- Nuestro juego se acabó hace mucho. Vosotros sois los que seguís con él. Si nos insultáis nos defendemos. Y ahora, adiós, no queremos seguir viéndoos las caras. - Dijo Blas.
lO ocho se fuern y siguieron disfrutando de la tarde. Álvaro y Blas arreglaron su problema, David y Dani hablaron Rebeca, y quedaron en que no volvería a pasar, que ella estaba muy borracha y no sabía lo que hacía.
Los días pasaban, su amistad seguía en pie. Últimamente se veían muy poco, las chicas siempre decían de quedar pero los chicos ponían escusas para no ir. Las chicas empezaron a preguntarse que qué les pasaba, pero no encontraban ninguna solución. Diana llamó a Carlos:
- ¿Carlos? Necesito hablar contigo.
- Ahora mismo no puedo cariño, luego te llamo y hablamos.
¿Qué estaba pasando?

miércoles, 26 de junio de 2013

Capítulo 43

Álvaro leyó el whatsapp, era Diana. ¿Qué quería?
Álvaro: Dime Diana, qué pasa?
Diana: Necesito preguntarte una cosa
Álvaro: El qué?
Diana: Qué te traes con Sheila?
Álvaro: Yo?
Diana: Sí, he visto cómo os miráis y créeme que te diga que eso no son miradas de amigos.
Álvaro: Vale, cuándo volvió de Murcia fui a recogerla porque sabía que iba a necesitar a alguien con quien hablar. Yo era el único que sabía todo lo que había pasado. Y no sé cómo pasó pero nos liamos, y acabamos en la cama.
Diana: En la cama? :O
Álvaro: Sí, pero antes de que pudiera pasar algo, llamó Blas.
Diana: Dios, y que vais a hacer?
Álvaro: No sé, estuvimos hablando y aunque me gustó no quiero que llegue a sentir cosas por ella porque está con Blas.
Diana: Pero, tú que vas a hacer?
Álvaro: Hablar con ella, decirla que no podemos intentar nada, ella está con Blas y ha tenido dudas con lo que pasó, pero conmigo no puede tener nada, yo no traicionaría a una amigo.
Diana: Bueno, te doy un consejo, primero hablad con Blas, creo que merece una explicación ¿no?
Álvaro: Sí, llevas razón, mañana llamo a Sheila y se lo digo. Gracias Diana.
Diana: No tienes que darlas :)
Álvaro: Por cierto, no digas nada, por favor.
Diana: Soy una tumba.

Álvaro se tumbó en la cama con las manos en la nuca, ¿qué hacía?

Al día siguiente quedaron los tres solos para hablar de todo lo que había pasado.
- Álvaro, que sepas que lo sabe todo, ayer cuándo nos fuimos los dos fuera de la discoteca, se lo conté. - Dijo Sheila.
- Sí, sé que eres un traicionero, ¿cómo me has podido hacer eso?
- Lo siento tío, la veía mal, y no sé cómo pero nos besamos y acabamos en la cama, pero antes de que pudiera pasar algo de lo que ahora mismo nos estuviéramos arrepintiendo, llamaste tú. - Dijo Álvaro
- Blas, ya te dije que fue culpa mía, él sólo se dejo llevar.
- Pero lo hizo, un buen amigo se retiraría y no la besaría.
- Pero joder Blas no soy de piedra. Sheila es una tía que no está nada mal, y te recuerdo que fuiste tú el que la echaste de tu casa. No sé la razón por la que la trataste así pero ella estaba mal y antes de que nos liáramos, la ayudé cómo amigo. 
- Álvaro, déjale, tenemos que entender qué esté enfadado.
- Sí, sé que lo está, pero que sepa que entre y tu y yo no va a pasar nada más, soy tú amigo, nada más. Y ahora, creo que vosotros tendréis que hablar a solas. Blas, ya hablaremos tu y yo.
- Gracias, Álvaro.
Álvaro se fue y se quedaron hablando Sheila y Blas.
- Blas, cariño, lo siento.
- No tienes que sentirlo, entiendo que lo hicieras por despecho, todo fue culpa mía por tratarte así.
- ¿Qué quieres decir con eso? ¿No te enfadas?
- Claro, claro que me enfado, pero tengo que entender que lo hiciste por mi culpa.
- Ya te he dicho que no la tienes.
- La tengo, eso no me lo puedes negar, lo hiciste porque estabas cabreada conmigo por decirte las cosas que te dije. Sólo necesito que me dejéis un tiempo sólo, necesito pensar.
- Vale, cuándo quieras hablar, me llamas. Te quiero.
¿Qué decisión quería tomar Blas? Él no sabía que hacer, necesitaba pensar.

Rebeca, se levantó a mediodía con mucho dolor de cabeza y la dolía todo. Diana, la contó lo que pasó por la noche y Rebeca no se lo podía creer. ¿De verdad había hecho eso?
Sonó un móvil, llamaban a Rebeca. Era un número desconocido. ¿Quién sería?

martes, 25 de junio de 2013

Capítulo 42

Rebeca comenzó a reírse al ver a Manu teñido de rubio, y sin darse cuenta de las consecuencias dijo:
- Ya sé de qué te conozco, eres Manu, el gilipollas que forzó a mi hermana.
- Muy bien, borracha.
- ¿Cómo? Yo sé perfectamente lo que hago, ¿lo ves? - Dijo Rebeca dándole un bofetón a Manu en la cara.
Carlos, Dani, David, Álvaro y Diana intentaron aguantar la risa. Manu se llevó la mano a la cara, le había hecho daño.
Diana cogió a su hermana y la llevó fuera de la discoteca. 
- ¿Por qué las protegéis? - Preguntó una voz femenina.
- Miriam, sabes que cada vez que te acercas a nosotros no acabas bien, ¿te acuerdas? - Dijo Álvaro.
- Lo recordamos pero tranquilo, las cosas han cambiado. - Dijo Virginia
- Ah, ¿sí? Lo dudo, seguís siendo las mismas niñatas de siempre. - Dijo David.
- Responded a la pregunta, ¿por qué las protegéis? Ya son mayorcitas para que lo hagan ellas solas. - Dijo Miriam
- No os necesitan, ¿no os dais cuenta? - Intervino Virginia.
- ¿Y pensáis que os necesitan a vosotras? Tú lo has dicho, ya son mayorcitas y ninguno de nosotros las está protegiendo. - Dijo Carlos.
- Carlos, no merece la pena discutir con ellos, vayámonos. - Dijo Dani.
- Ah, vale, lo he pillado. Ellas no os necesitan, las necesitáis vosotros. Sin ellas no seríais nada, ¿verdad?- Preguntó Manu.
- ¿Qué intentáis? - preguntó Álvaro.
- Sólo estamos preguntando, ¿no podemos? - Dijo Virginia con chulería.
- ¿De qué os conocéis? - preguntó David.
- ¿Os importa? - Dijo Miriam
- Déjales Miriam, siguen siendo los mismos niñatos de siempre. - Dijo Virginia.
- No queremos problemas, dejadnos en paz. - Pidió Álvaro.
- Nosotros tampoco, sólo queremos que sepáis que esas tres chicas a las que conocéis, no son lo que parecen. - Dijo Miriam
- ¿Y eso quién lo dice? ¿Una niñata qué está celosa de que sus amigas prefirieran a unos tíos desconocidos antes que a ella? Mira Miriam, lo poco que te he hablado cómo personas adultas contigo he descubierto que si no haces daño a alguien, no eres feliz. Eres una mala persona, una bruja que sólo mira por su propio bien. ¿No te cansas?
- David, no la vuelvas a insultar.
- ¿Y si lo hago qué pasa? ¿Qué me vas a hacer Manu? ¿Vas a defender a esa bruja?
- La defiendo porque quiero protegerla. ¿Entendido?
- Ves, estáis cambiando los papeles. Las que necesitan tu ayuda son ellas dos, no Rebeca, Diana y Sheila. Miriam y Virginia no son nada sin ti, desde que te conocen nos plantan cara pero antes, nos agachaban la cabeza. Te están utilizando Manu. - Dijo Álvaro.
Manu, cabreado dio un empujón a David tirándolo al suelo y pegándole una patada en el estómago dijo:
- Nosotros nos vamos, no quiero volver a veros. 
Manu, Virginia y Miriam salieron, y los chicos se quedaron ayudando a David, que no tardó mucho en salir detrás de ellos.
Cuándo el trío macarrón, cómo les llamaba Carlos, salieron a la calle, David y los demás salieron tras ellos. David sin pensárselo dos veces, agarró a Manu, le tiró al suelo y agarrándole de la camisa, dijo:
- Te arrepentirás de lo que has hecho cabrón - Dijo Dándole un puñetazo. - parece que no tuviste bastante cuándo hiciste eso a Diana. Y ahora, más te vale que salgas de aquí volando, si no quieras que te parta la cara.
- David, tranquilo, ¿qué ha pasado? - Dijo Sheila agarrándole y separándole de Manu.
El trío macarrón salieron corriendo de allí.
- Lo mismo de siempre, venían buscando problemas y los han encontrado. - Dijo Álvaro.
- Manu a empujado a David y le ha pegado una patada en la discoteca. - Explicó Dani.
- Bueno, yo creo que ya le has dado bastante, ese no se volverá a acercar a nosotros, David tranquilo, por favor. Cálmate. - Dijo Sheila.
Cada uno decidió volver a su casa, había sido una noche dura e intensa. Blas y Sheila no habían acabado de hablar de lo suyo, David y Dani tendrían que hablar con Rebeca de lo que había pasado y Álvaro, volvió pensando en Sheila. ¿Se estaba pillando por la novia de su amigo? No, no podía ser, Sheila era la novia de Blas, y él no se iba a interponer en su relación. Los dos se querían mucho y Álvaro iba a ayudárles en todo lo posible para que vuelvan a estar juntos. Cuándo llegó a casa recibió un whastapp:
Álvaro, puedo hablar contigo?

lunes, 24 de junio de 2013

Capítulo 41

Rebeca besaba a David con pasión. Él, sabía lo que hacía pero ella no, estaba muy borracha. Eran amigos, ¿por qué no podían liarse? Dani volvió junto a David y Rebeca, que habían parado de besarse y se miraban fijamente a los ojos. Rebeca, se giró hacia Dani y empezó a besarle a él. David se la quedó mirando, ¿estaba tan borracha que no se daba cuenta de lo que hacía o lo sabía perfectamente?
Dani, se apartó de inmediato y dijo:
- Rebeca, ¿qué haces?
- Ninguno de los tres queremos nada serio, puedo besaros cuándo quiera.
Diana que había estado viendo la escena, se acercó a su hermana y dijo:
- Tu y yo no vamos ya, no estás en condiciones. 
- Estoy perfectamente.
- No, no lo estás, no te mantienes en píe. - Respondió Diana cabreándose más aun con su hermana.
- ¡Déjame en paz, joder! Ya soy mayorcita para saber lo que hago.
- ¿Segura? Te acabas de liar con David y cuándo aparece Dani, dejas a David y besas a Dani. 
- Yo no he hecho eso.
- No, lo ha hecho papá.
- ¿Ala sí? Luego hablaré con él.
David y Dani soltaron una carcajada ante lo que decía Rebeca.
- A callar, deja de hablar, te vienes conmigo a casa. - Volvió a decir Diana.
- Que me sueltes, no eres mi madre. Quiero quedarme, disfrutar de la noche, con David, con Dani y con ese rubito de allí que tiene un culito muy sexy.
- Rebeca, es absurdo discutir contigo. Estas muy borracha, así que no me cabrees, tú te vienes conmigo.
Rebeca empujó a su hermana, no sabía lo que hacía. Se fue hacia la barra dónde estaba el chico rubio al que se refería y le dio una palmada en el culo.
- ¿Ves? Sé perfectamente lo que hago. - Gritó Rebeca para que Diana la escuchara.
Diana, cansada de la escenita que estaba montando Rebeca, suspiró.
- Este culito se merece unas buenas manos para que lo aprieten. - Dijo Rebeca al chico rubio.
Diana pidió ayuda, ella sola no podría sacar a su hermana de allí antes de que viniesen los de seguridad por la que estaba armando. El chico rubio se dio la vuelta para mirar quien le estaba manoseando el culo, y rebeca al mirarlo dijo:
- Joder, tienes un culo muy sexy pero la cara muy fea. Así no se puede.
- ¿Perdona? - Dijo el chico rubio con una gran sonrisa en la cara.
- Lo que oyes, eres muy feo, no vas a ligar. 
- Rebeca, para, tu y yo a nos conocemos, y te arrepentirás de decir lo que has dicho.
- ¿Me conoces? La verdad es que me suenas un poco, será porque eres muy feo.
- Seré feo, pero mi culo te resulta sexy y provocador.
- Ahá, ¿me dejas tocártelo un poco?
 Carlos, Álvaro, Diana, Dani y David, fueron a coger a Rebeca y a sacarla de allí cuánto antes. Blas y Sheila, ajenos a lo que estaba pasando, se fueron a hablar fuera.
- Sheila, no puedo aguantar más, necesito saber que me perdonas por ser un gilipollas.
- Blas, me hiciste daño, y no quiero hacértelo a ti. Necesito contarte una cosa que seguramente no me perdones jamás, pero va a ser lo mejor.
- Antes de que me lo cuentes, ¿me perdonas?
- Yo no te tengo que perdonar a ti. Eres tú el que me tendrá que perdonar después de lo que te cuente.
- ¿Qué ha pasado?
- Cuándo volví a Madrid, Álvaro vino a buscarme, necesitaba a alguien a mi lado.
- Pero si me dijo que no te vio y que no sabía dónde estabas.
- Sí, lo sé. Yo le pedí que te dijera eso. Estaba con él en su casa. Yo estaba mal, necesitaba a alguien y supongo que por despecho, le besé y acabamos en su cama.
- ¿¡Cómo!?
- No llegamos a anda más, sólo fueron unos cuántos besos y caricias. Antes de que pudiera pasar algo más, llamaste tú. Blas, escúchame, sé que lo hice mal, pero estaba furiosa y necesitaba devolvértela.
- ¿Cómo ha podido hacerme esto Álvaro?
- Él no fue, fui yo. Yo fui la que empecé todo esto. Él no puedo evitar nada, por favor Blas, no te cabrees con él.
Blas se llevó las manos a la nuca, ¿eso estaba pasando? ¿Era verdad lo que Sheila le decía?
Mientras tanto, Rebeca, sin ser consciente de lo que hacía, empezó a tocarle el culo del chico rubio.
Diana, separó a su hermana y dijo: 
- Tu y yo nos vamos a casa. 
El chico rubio se dio la vuelta y les miró a todos con una sonrisa irónica.
- ¿Tú que haces aquí? - preguntó Carlos a chico rubio.
- Lo mismo que vosotros.
- Eres un gran hijo de puta, esto es lo que te gusta ¿no? Sabes que Rebeca no es consciente de lo que está haciendo. - Dijo David.
- Sí, lo sé. ¿Y?
- Que eres un cabrón. - Dijo Diana sujetando a Rebeca.
- Oye, no le insultéis, que tiene un culo muy sexy. - Dijo Rebeca.
- ¿Lo véis? Le gusta mi culo. Carlos, no me mires así, nos conocemos perfectamente.
- Eres un ser despreciable. Cómo te vuelva a ver, te enteras.
- ¿Qué me vas a hacer?
- Él no lo sé, pero yo no me ando con rodeos. Manu, será mejor que te alejes de nosotros.
Rebeca reaccionó. ¿El del culito sexy era Manu?

jueves, 20 de junio de 2013

Capítulo 40

- Verás, si te conteste así fue porque... Cuándo te lo diga sé que te vas a enfadar, pero por favor, déjame explicarte todo. - Dijo Blas nervioso
- Venga, arranca. - Contestó muy seria Sheila. -¿Por qué me contestaste así?
- La noche anterior había salido, había bebido demasiado, mis amigos me llevaron a casa porque estaba totalmente borracho, conseguí dormirme, pero cuándo me levanté estaba fatal. Hablé con mis amigos y me dijeron que me tuvieron que llevar a casa porque hacía cosas que no sabía que hacía.
- Te explicas cómo un libro abierto, no he entendido nada. ¿Qué cosas hiciste para que te tuvieran que llevar a casa?
- En la fiesta estaba mi exnovia, y de lo que yo recuerdo, no paró de intentar algo conmigo. Mis amigos me dijeron que la iba a cagar con ella.
- ¿Te liaste con ella?
- No, pero si no me hubieran separado, yo lo habría hecho. Te echaba de menos y ella se aprovechó de que estaba borracho y mal para intentarlo.
- ¿Y por eso me contestaste así?
- Sí, cuándo me desperté estaba fatal, no quería ver a nadie.
- Lo siento Blas, de momento no te creo.
- Sheila, por favor. Te quiero y eres lo más bonito que me ha pasado, sólo tu has conseguido que me enamore cómo un idiota de una chica. ¿Tú ya no sientes nada?
- Sí, claro que siento algo por ti Blas, pero tienes que entender que fuiste un gilipollas.
- Y lo entiendo, peor entiéndeme tu a mí.
- Mira, dejemos la conversación, ¿vale? En otro momento seguimos hablando.
Blas y Sheila volvieron con los demás. Echaban mucho de menos estar todos juntos aunque faltaba Carlos.
Los días pasaban, el verano llegó a su fin y Carlos, volvió de Alicante.
Carlos, lo primero que hizo fue ir a ver a su chica, a Diana. Diana no sabía que había vuelto y vio un mensaje  en el whatsapp de Rebeca que lo sabía todo.
Rebeca: Diana, asómate a la ventana.
Diana: Para?
Rebeca: Asómate y cállate.
Diana abrió la ventana, se asomó y vio a Carlos con un ramo de rosas.
Diana sin decir nada salió corriendo y bajó a abrazarle.
- Hola cariño. - Dijo Carlos.
Se fundieron en un dulce y apasionado beso. Subieron a casa de las chicas y no pararon de hablar, lo necesitaban.
Esa noche, decidieron salir de fiesta para celebrar que volvían a estar los ocho en Madrid. Todos se arreglaron y salieron dispuestos a darlo todo.
La noche empezó animada, una chica se acercó a Carlos y le dijo:
- Hola guapo, ¿te vienes conmigo?
- El guapo te lo ahorras, y no se va contigo porque está conmigo, con su novia, así que ya te estás marchando. - Dijo Diana.
- Eso lo tendrá que decidir él, ¿no?
- O te vas ya, o saco mi uñas de gata mala. Aire. Fuera.
La chica, asustada se fue. Carlos dijo:
- Joder que genio. Cualquiera te dice nada.
- Tú a callar. - Dijo Diana con una sonrisa dándole un beso.
La noche continuó, entre copa y copa, Rebeca bailaba con los chicos. Sheila estaba ausente. Blas y Álvaro se quedaron hablando en la barra.
Dani, se encontró con una vieja amiga y se fue a hablar con ella. Rebeca y David seguían bailando, a cada canción se acercaban más. David iba un poco borracho y Rebeca no controlaba lo que hacía, cuándo de repente David se acercó a ella y dijo:
- Disfrutemos de la noche.
Rebeca le dio un apasionado beso, sin amor pero con mucho deseo y pasión.
¿Qué hacían?

miércoles, 19 de junio de 2013

Capítulo 39

Sheila miró a Álvaro. Esa pregunta también se la hacía ella, ¿qué iba a pasar entre ellos?
- Sheila, creo que ya somos mayorcitos para estos juegos, lo mejor será que hablemos de esto cuánto antes. - Dijo Álvaro.
- Tienes razón. Voy a ser sincera, y necesito que tú también lo seas conmigo. ¿Tú por qué lo hiciste?
- No lo sé, fue el momento, te veía triste, y tú no estás nada mal. ¿Y tú? ¿Lo hiciste por despecho?
- Claro que no. Lo hice por la situación del momento, estábamos muy cercanos, y no sé, pero puede que sienta algo por ti. Es extraño lo sé.
- ¿Y Blas?
- Aunque ahora mismo me cueste reconocerlo, ese idiota me tiene enamorada. Pero no puede evitar sentir algo por ti. ¿Tú sientes algo por mí?
- Ese es el problema, creo que sí. Me jode hacerle esto a un amigo, pero mis sentimientos me pueden.
- ¿Entonces qué hacemos?
- Creo que sabes lo que haría, es lógico. La decisión la debes tomar tú.
- Necesito asegurarme de que lo que siento por ti y por Blas. Todo es surrealista, es de locos. Y lo que quiero proponerte más aun.
- ¿Qué me vas a proponer?
- Álvaro, Blas no está aquí, y lo que me hizo en Murcia me jodió mucho. Mi corazón me pide que intentemos tú y yo algo mientras que Blas no esté, y cuándo vuelva tomaré la decisión.
Álvaro fue a contestarla pero se escuchó un grito de Diana que decía:
- ¡BLAAAAAAAAS! 
Sheila y Álvaro miraron hacia la puerta de la cafetería y se les descompuso la cara. Blas estaba ahí, en la puerta, con una sonrisa de oreja a oreja. ¿Qué hacía allí?
Los demás fueron a saludarle y Blas preguntó:
- ¿Y Sheila y Álvaro? 
- Han ido a pedir algo, están en la barra. - Dijo Rebeca.
Blas miró hacia dónde Rebeca le señalaba y les vio. Fue hacia a ellos, Álvaro con una sonrisa saludó a su amigo y dijo:
- Bueno os dejo a solas, creo que lo necesitáis.
Blas miró a Sheila sin saber que hacer. Se armó de valor y dijo:
- ¿Me perdonas? He dejado mis vacaciones para venir a hablar contigo, necesito darte una explicación y espero que me entiendas y me perdones.
- Nadie te ha pedido que dejaras tus vacaciones. 
- Sheila, por favor, no seas cruel.
- Soy lo mismo que fuiste tú conmigo en Murcia. Así que ahora no me vengas de niño bueno, porque cuándo fui a verte a Murcia fuiste un cabrón.
- joder, Sheila, ya te he dicho que lo siento.
- ¿Y crees que con un simple lo siento voy a olvidar las palabras que salieron de tu boca?
- Por favor, escúchame lo que te voy a decir, y luego tomas la decisión que quieras tomar.
- Venga habla, no tengo toda la tarde.

Mientras tanto, los demás hablaban de sus vacaciones. Rebeca, miró a David y le dijo:
- David, ¿y tú que has hecho para estar tan moreno?
- Tomar el sol, cómo buen granadino que soy.
- Un día me tenéis que llevar a mí a Granada. Dani y tú estáis especialmente sexys así de bronceados.
- Siempre lo hemos sido. - Dijo David provocando la risa de Álvaro y Diana.
Rebeca, entre risas dijo:
- ¿Qué creídos sois no? Sólo he dicho que estabais muy guapos después de las vacaciones.
- Ya te hemos dicho que lo somos, ¿a caso lo dudabas? - preguntó Dani.
- Un poquito.
- ¿Nos estás llamando feos? - preguntó David.
- Conozco a mi hermana y no os está llamando feos, os está llamando horribles. Y con lo de sexys así de morenitos, se refiere a que no os queda bien. - Dijo Diana de broma.
- Serás mentirosa. - Dijo Rebeca.
- ¿Nos has llamado feos y horribles?
- Que no, que Diana es tonta.
- Ahora soy yo la mala ¿no? Si son feos son feos. - Siguó Diana con la broma.
- Tu novio si que es feo. - Dijo Dani.
- ¿Te estás metiendo con mi Carlos?
- Sí, le huelen los pies. - Dijo Dani
David y Rebeca no podían para de reírse, echaban estas bromas entre ellos.
- ¿Le huelen? Cuándo vuelva a Madrid se los huelo, a ver si es verdad lo que dices.- Dijo Diana
Los cinco empezaron a reírse pero Álvaro no paraba de mirar a Blas y Sheila, ¿de qué estarían hablando?
- Bueno, ¿arrancas ya a decirme lo que tengas que decirme?- Dijo Sheila
Blas, la miró a los ojos, repsiró hondo y dijo:
- Verás, si te contesté así fue porque...

jueves, 6 de junio de 2013

Capítulo 38

Un chica alta, rubia y con una preciosa sonrisa se les acercaba. David y Dani, embobados y con una sonrisa en la cara, dijeron al unísono:
- Hola, te estaba esperando.
La chica, se empezó a reí, David y Dani se miraban. 
- Tío, no te equivoques, esta es mi chica. - Dijo Dani.
- ¿Ya empezamos? Espera tú a la tuya, qué con esta he quedado yo.
- Eh, tranquilos chicos, he quedado con los dos.
- ¿Cómo? ¿Qué está pasando aquí? - Preguntó David
- Eso mismo me pregunto yo. El que estuvo la otra noche contigo, fui yo, no él. - Dijo Dani
- No te equivoques, estuve yo. - Se quejó David.
- David, tú estuviste el otro día, pero Dani también estuvo conmigo otra noche. - Dijo la chica.
- Qué nos hemos liado con la misma tía. - Dijo Dani
- No soy ningún juguete, sigo aquí delante, así que lo de tía, os lo ahorráis.
- Shh, calla. Esto es más serio. Dos amigos no se pueden liar con la misma chica. Tú ahora mismo no importas. - Dijo Dani.
- Ha sido culpa tuya Dani, no dejas de intentar quitarme a todas las chicas. ¿No te cansas?
- Pero si has sido tú. Me estas cabreando David.
Los dos chicos siguieron discutiendo sin darse cuenta de que la chica con la que habían quedado los dos, se había ido. La pelea fue a peor, y los chicos optaron por volver a casa cabreados el uno con el otro. Nunca había discutido y estas vacaciones, por culpa de las chicas, no pararon de hacerlo. Tras darle muchas vueltas, David le dijo a Dani:
- Paso de seguir peleándome contigo por las tías, me vuelvo a Madrid.
- He pensado exactamente lo mismo.
Y así hicieron, prepararon sus maletas, y el padre de Dani, les llevó de vuelta a Madrid. El viaje fue incómodo, ninguno de los dos hablaba, iban con su música, y ni se miraban. ¿Habían llegado a ese punto? ¿Dejaron de hablarse por culpa de una tía?
Por la tarde, a las 20:00 llegaron a Madrid, llamaron a Álvaro y a las chicas para decirles que ya habían vuelto. 
Mientras tanto, Sheila hablaba con las chicas de lo ocurrido con Blas en Murcia pero no las dijo anda de que había pasado la noche con Álvaro. Tenían que hablar sobre el tema primero, para saber qué iban a hacer.
Álvaro, no paró ni un momento de pensar en Sheila, y en todo lo que había pasado aquella noche. ¿Qué iba a pasar?
Al día siguiente, quedaron los seis que estaban en Madrid para verse. Quedaron en al cafetería de siempre, y cuándo las chicas vieron entrar por la puerta a David y a Dani, salieron a abrazarles, les echaban mucho de menos.
Pasaron la tarde muy animada,  pero David y Dani seguían enfadados, y a Rebeca no le gustaba verlos así. 
Diana estaba en su mundo, pensando en Carlos le echaba de menos. Y Carlos en Alicante, no dejaba ni un segundo de pensar en ella, tenía muchas ganas de verla, de besarla, de abrazarla, la necesitaba cerca.
Sheila, se levantó para pedir algo y Álvaro, fue detrás de ella.
- Sheila, ¿podemos hablar?
- Claro, dime.
- He estado pensando,me gustó lo que pasó entre nosotros, pero necesito saber Qué va a pasar.
- ¿Qué va a pasar de qué?
- Sí, ¿qué va a pasar con nosotros?

Capítulo 37

- ¿Sí?
- Álvaro, soy Blas. Tengo un problema.
- ¿Qué ha pasado? 
- Sheila se ha vuelto a Madrid, ¿la has visto o algo?
- ¿yo? ¿A Sheila? Qué va tío. No la he visto. - Dijo Álvaro levantándose y sentándose en la cama.
Sheila, le miraba atenta, seguro que era Blas.
- ¿Te pasa algo? Estás muy raro.
- ¿A mí?  Nada. Es que me has pillado dando de comer a los peces.
- ¿Peces? ¿Desde cuándo tienes peces?
- Me los compré ayer, ya sabes, lo de siempre.
- No sabía que te gustaran los peces.
- ¿No? Pero si siempre me han gustado. Bueno, te dejo, si sé algo de Sheila, te llamo.
- Venga, vale, suerte con los peces.
- Gracias.
Álvaro colgó y tras un suspiro, se giró y vio a Sheila dormida. Al verla, se le escapó una sonrisa tonta, la dio un beso en la mejilla y se tumbó a su lado, que tierna era cuándo dormía.
A la mañana siguiente, Sheila se despertó, miró a su alrededor, ¿dónde estaba? En ese momento se acordó de una llamada que interrumpía a Álvaro y a ella en su momento pasional. Estaba tan cansada del viaje, que se quedó dormida en seguida. Cuándo entró en razón, vio que Álvaro no estaba en la cama. Se levantó a buscarle pero en ese mismo instante, entraba él en ropa interior con una bandeja de desayuno.
- Aquí tienes preciosa. - Dijo él dándola un beso en la mejilla.
- Buenos días - Dijo Sheila sin saber que decir.
Los dos empezaron a desayunar, ninguno decía nada. Cuándo acabaron, Sheila comenzó a vestirse pero la sonó el móvil, era Rebeca.
- ¡Sheila! ¿Qué tal por Murcia?
- Estoy en Madrid, en casa de mi abuela. 
- ¿Y eso?
- Ahora voy a casa y te cuento.
- ¿Pero tu abuela está bien?
- Si sólo que he ido a pasar la noche allí, por no molestaros.
- Ah, vale, pues luego nos cuentas. Aquí te esperamos.
Sheila colgó y dijo mientras que acababa de vestirse:
- Bueno, creo que es hora de irme ya. Gracias.
- Vale, adiós.
Y con un beso vergonzoso en la mejillas, Álvaro y Sheila se despidieron.
Mientras tanto, en Granada, David y Dani disfrutaban cómo niños de sus vacaciones. Casi todas las noches, se iban de fiesta, y cómo siempre ligaban mucho, sus amigos de allí les pusieron el mote de "los ligones". Cada noche, ligaban con una chica diferente pero no repetían con ninguna.
David, aburrido, una tarde decidió llamar a una de las chicas con las que había ligado hace dos días. Quedaron en verse en la playa, en el chiringuito. Dani, al ver que David quedaba con una de sus ligues, quedó también con una de las chicas qué más le gustaron. 
- ¿Ya me estás copiando? Quedo yo con una chica, y también tienes que hacerlo tú. - Dijo David a Dani
- Si me dejas sólo, ¿qué quieres que haga?
- Pues te compras un mono, yo qué sé.
- Anda, déjame. Paso de discutir. He quedado con ella en el chiringuito. ¿ Y tú?
- También.
Los dos se arreglaron, y se bajaron al chiringuito de la playa. 
- La mía es mucho más guapa, ya lo verás.
- No empecemos, Dani, no me piques, sabes que las más guapas me las llevo yo.
- Qué flipado eres, la más guapas siempre acaban conmigo.
Los chicos levantaron la mirada y vieron a una chica rubia y alta con una preciosa sonrisa que se les acercaba.

miércoles, 5 de junio de 2013

Capítulo 36

- ¿Quieres que esto se acabe? - Preguntó Blas.
Sheila le miró muy seria, por dentro se moría por besarle, pero la trató cómo si fuera una más, y ella no aguantó eso. Cabreada, dijo:
- ¿Ahora mismo? Si te digo la verdad, no estaría con un tío cómo tú, me has demostrado cómo es el verdadero Blas.
- ¿Y cómo se supone qué es el verdadero Blas?
- Un chulo prepotente que se cree que puede tener a cualquier chica y sólo piensa en si mismo sin darse cuenta que con lo que dice, hace daño a los demás.
- ¿En serio piensas eso de mi?
- Después de cómo me has tratado sabiendo que he venido desde Madrid, gastándome mis ahorros, sólo por verte, sí.
- Sheila ya te he dicho que lo siento, no debería haberme comportado así.
- Pues lo has hecho, que mala suerte. Me voy a duchar, me gustaría bajar a la playa, si no te importa me gustaría estar sola. No me gusta que me miren mientras me ducho.
- Vamos Sheila, tanto tú como yo sabemos perfectamente lo que hemos vivido en este año juntos, nos hemos duchado muchas veces juntos. No me voy a asustar por verte desnuda.
- ¿Qué pasa? ¿Quieres que te denuncie por pervertido mirón? Adiós Blas.
- Sheila, no seas tan cruel. 
- Adiós, Blas.
Blas se fue a su casa cabizbajo, triste, hundido. ¿Se acabó su relación con Sheila? No. Hasta que Sheila le dijera que no quería estar con él, no dejaría de intentarlo. Quedaría con sus amigos para bajar a la playa y allí, la buscaría para hablar con ella. 
Sheila, se dio un relajante ducha, la necesitaba. Cogió unas cuantas cosas y se bajó a la playa.
Blas llamó a sus amigos y quedaron en el chiringuito. Cuándo estaban todos juntos y se bajaron a bañar, Blas no dejaba de buscar a Sheila, pero no la veía. Se dio por vencido, tiró la toalla, no la encontraba. Más tarde, subieron  sus amigos al chiringuito y tras ellos, subió él. Se sentaron en la barra, pero Blas vio a Sheila, sentada en una de las mesas tomándose una coca-cola. Se acercó a ella y dijo:
- Sheila, escúchame, necesito hablar contigo. A solas, ven a mi casa estar tarde. O si quieres puedo ir yo al hotel.
- Me vuelvo a Madrid. ¿Para qué voy a seguir aquí sola?
- No lo estás, estás conmigo.
- Ah si, se me olvidaba. Estoy con el tío que es un borde con su novia y no agradece que ella se gaste sus ahorros para venir a verle, ese mismo. Un gusto estar con él.
Sheila se levantó, cogió sus cosas y se fue. Cuándo llegó al hotel, colocó un poco su maleta y se fue hacia la estación de autobuses para volver a Madrid.
A las 17:00 salía el autobús y cómo necesitaba hablar con alguien, llamó a Álvaro, era el único que la entendería, las chicas no sabían nada de lo que había pasado con Blas.
- ¿Sheila?
- Álvaro, me vuelvo a Madrid, acabo de coger el autobús.
- ¿Qué ha pasado?
- Luego te llamo y te cuento, llegaré a las ocho y media o nueve estaré allí. Cuándo llegue te llamo.
- Vale. Luego hablamos.
Sheila desconectó en el viaje, no quería pensar en anda de lo que había pasado. Llegó a Madrid, y cuándo se bajó del autobús dijo:
- ¿Álvaro qué haces aquí?
- No iba a dejarte sola, ¿vienes a mi casa y me cuentas?
- Vale.
Álvaro y Sheila se fueron, y ella preguntó:
- ¿Y las chicas? ¿Saben algo?
- No, tienes que contárselo tú.
- Vale, luego las llamo para que sepan que voy a casa.
Cuándo llegaron a casa de Álvaro, se acomodaron en el sofá, y Álvaro dijo:
- Bueno, cuéntame, ¿qué ha pasado?
Sheila le contó toda la historia, y Álvaro no sabía que hacer, Blas era su amigo pero tenía que reconocer que se había pasado.
- Bueno tranquila, cuándo vuelva a Madrid, todo se solucionará, tranquila. Y ahora disfruta del momento, me tienes a mí y a las chicas para lo que sea, lo sabes.
Sheila se acercó a él y le besó. ¿Qué hacía?
- Sheila, ¿qué haces?
- No lo sé, pero me gusta.
Álvaro, sin ser consciente de lo que iba a pasar, la besó apasionadamente. Después de un beso llegaba otro, ninguno de los dos pensaba en nada más, sólo existían ellos.  
Los besos llevaron a algo más, Álvaro cogió en volandas a Sheila y la llevó a su habitación. Ninguno se paró a pensar en las consecuencias de lo que estaba pasando. Álvaro y Sheila entregados el uno al otro bajo las sábanas.  ¿Lo estaban haciendo? Sí, sin importarles nada más.
Entre besos y caricias, sonó el móvil de Álvaro. Lo cogió:
- ¿Sí?

lunes, 3 de junio de 2013

Capítulo 35

El verano continuaba, Álvaro y las tres chicas quedaban muy a menudo para verse. David y Dani disfrutaban cada día y cada noche allí en Granada. Carlos, en Alicante, extrañaba mucho a Diana, cada día pensaba más en ella, y aunque le costó asimilarlo, se había enamorado locamente de ella y de sus locuras. Diana, en Madrid, también le echaba mucho de menos a él, ya que no podía verle, hablaban todos los días, y siempre acaba llorando por no poder verle. Rebeca, seguían tan loca cómo siempre, disfrutaba cada momento. Todos seguían felices aunque no tanto cómo cuándo estaban juntos, pero aun así, su amistad duraba. Blas, en Murcia, salía mucho de fiesta, pensaba mucho en Sheila, la quería, pero veía que las cosas estaban cambiando entre ellos dos. Sheila, por su parte, también sentía lo mismo, le quería mucho, estaba enamorada pero estar tanto tiempo separados, le afectaba a ella y a él.
Álvaro, que  veía mal a Sheila, un día habló con ella:
- Eh, Sheila, ¿estás de bajón?
- Sí.
- ¿Es por Blas?
- Sí, siento que ya no es lo mismo, cuándo hablamos por teléfono estamos distantes, parece que la distancia todo este tiempo nos ha afectado.
- Eso lo dices porque le echas de menos, cuándo vuelva aquí a Madrid, verás cómo volvéis a ser los mismos tortolitos de siempre.
- No creo, cada vez hablamos menos y cuándo hablamos, lo hacemos muy serios, sin cariño.
- Pero os queréis mucho, todos lo sabemos, ¿por qué iba a cambiar por una simple distancia de nada?
- Porque esa maldita distancia hace que no nos podamos ver. No es lo mismo hablar con él por teléfono que tenerle aquí a mí lado y que me abrace cuándo le necesito.
- Bueno Shei, piensa en positivo, queda sólo un mes para verle, ¿qué es eso?
- Mucho, no aguanto más. ¿Me haces un favor?
- Claro, dime.
Sheila habló con Álvaro, le pidió ese favor que tanto deseaba hacer y Álvaro, aceptó en ayudarla. Las gemelas se enteraron de lo que Sheila pensaba hacer, y contentas por esa decisión, la ayudaron en todo lo que pudieron. 
Varios días después, Sheila estaba haciendo la maleta para irse a ver a Blas, esperaba que el plan saliera bien. Iba a ir a su casa para darle una sorpresa, no quería seguir aguantando tener que hablar por teléfono con él, y que nada sea lo mismo. 
Sheila, cogió el tren y fue a Murcia. Cuándo llegó a su hotel y dejó la maleta, fue a la dirección que Álvaro la había dado, llamó al timbre y la abrió una señora muy simpática.
- Hola ¿Qué vendes?
- Nada, soy una amiga de Blas, he venido a verle.
- Ah, espera, le llamo, que está en su cuarto. ¡BLAAAAAAAAAS!
- Voy mamá. - Se escuchó decir a él desde lejos.
Cuándo Blas llegó a la puerta, su madre le dijo:
- Ha venido una amiga tuya a verte.
- ¿Quién? 
Blas miró hacia la puerta y la vio ahí, a su novia en la puerta de su casa, había ido desde Madrid sólo por verle. Su cara no fue de felicidad, ni de alegría, si no que se puso serio y dijo dándola dos besos:
- ¿Qué haces aquí?
- ¿Esta es la bienvenida que me das? ¿Vengo desde Madrid sólo para verte y no me das ni un beso ni nada?
- ¿Qué quieres que haga? No me lo esperaba.
- Claro, era una sorpresa. Ni una simple sonrisa ni nada. ¿Qué pasa? ¿No me querías ver?
- Claro que sí cariño, pero no entiendo porqué has venido.
- Porque estoy harta de que sólo podamos hablar por teléfono cuándo tú puedas y estés libre, cada día que pasa te echo más de menos y a ti parece que te da igual. Y me gasto unos ahorros que tenía sólo por verte, y me encuentro a un tío borde que no se alegra de que su novia se haya recorrido muchos kilómetros por verle. 
- Nadie te ha pedido que te los gastaras, Sheila.
- ¿Ah, no? Pues sabes lo que te digo, que te den. Adiós. No sé para que narices he venido.
Sheila se fue cabreada, ¿Blas no se alegraba de verla? ¿Qué pasaba? Blas, sin inmutarse mucho, cerró la puerta de su casa, se apoyó en ella y se pudo a pensar. Sheila se fue a su hotel, necesitaba llorar, ¿que significaba eso? ¿Lo dejaban? Blas, arrepentido, llamó a Álvaro y dijo:
- Tío, soy un gilipollas.
- ¿Por? ¿Qué ha pasado?
- Sheila ha venido, bueno supongo que lo sabrás, y cómo soy un idiota, la he tratado fatal. Necesitaba verla y sólo se me ocurre ser un borde con ella y no alegrarme de verla.
- Joder, definitivamente eres retrasado.
- ¿Sabes dónde podrá estar?
- Después de lo que se ha gastado en ir a verte, no creo que se vuelva a Madrid, se quedará unos días en el hotel.
- ¿Qué hotel?
Álvaro le dio el nombre del hotel dónde se alojaría Sheila y Blas fue a verla corriendo. Subió a su habitación y llamó a la puerta:
- Sheila, cariño, ábreme por favor.
- ¿Para qué? Para que me vuelvas a tratar como a una gilipollas?
- No, de verdad. Lo siento mucho, cuándo te lo explique me entenderás, pero ábreme por favor.
Sheila, llorando, le abrió la puerta.
- ¿Qué?
Blas la cogió entre sus brazos y la dio un dulce beso. 
- Lo siento, soy un subnormal.
- Blas, explícame lo que quieras, pero ahora mismo estoy mal. Si por mi fuera, me volvería a Madrid y esto se acabaría.
- ¿Quieres que esto se acabe?